domingo, 20 de junio de 2010

Pier Paolo, Orson y Federico



–¿Me permite unas palabras? Le ruego me perdone si le molesto. Soy del... Sera.
–Diga, diga.
–Si me lo permite, querría hacerle una breve entrevista.
–No más de cuatro preguntas.
–La primera pregunta sería: ¿Qué quiere expresar con esta nueva obra?
–Mi íntimo, profundo, arcaico catolicismo.
–¿Y qué opina de la sociedad italiana?
–El pueblo más analfabeto, la burguesía más ignorante de Europa.
–Ah. ¿Y qué opina de la muerte?
–Como marxista, es un hecho que no me paro a considerar.
–Cuarta y última pregunta: ¿Qué opina de nuestro gran director de cine Federico Fellini?
–Él baila... Él baila.
–Ah. Gracias. Enhorabuena. Hasta la vista.
–¡Oiga! “¡Yo soy una fuerza del Pasado!”. Es un poema. En la primera parte el poeta describe ciertas antiguas ruinas de las que nadie entiende el estilo ni la historia, y ciertas horrendas construcciones modernas que, por el contrario, todos entienden.

Después, sigue tal que así: “Yo soy una fuerza del Pasado. Sólo en la tradición se encuentran mis querencias. Vengo de las ruinas, de las iglesias, de los retablos, de los burgos olvidados sobre los Apeninos y sobre las estribaciones de los Alpes, donde vivieron mis hermanos. Vago por la Tuscolana como un loco, por la Appia como un perro sin amo. O contemplo los crepúsculos, las mañanas sobre Roma, sobre la Ciociaria, sobre el mundo, como los primeros actos de la historia ulterior a los que subsisto, por privilegio de registrador, desde la linde extrema de alguna edad
sepulta. Monstruoso es quien nace de las vísceras de una mujer muerta. Y yo, feto adulto, deambulo, más moderno que cualquier moderno, buscando a los hermanos que ya no están”. ¿Ha entendido algo?
–Bueno, he entendido mucho. Un paseo por la Tuscolana...
–Anote, anote lo que le digo. Usted no ha entendido nada porque es un pequeño burgués. ¿Digo bien?
–Bueno... sí.
–¿Pero usted no sabe lo que es un pequeñoburgués? Es un monstruo, un peligroso delincuente; conformista, colonialista, racista, esclavista,
donnadista.
–Juajejeje.
–¿Tiene usted problemas de corazón?
–No, no; le estaba poniendo los cuernos.
–Lástima, porque si hubiese palmado habría sido un buen tanto para el lanzamiento de la película. De todas formas, usted no existe. Para el capital no existe la mano de obra que no contribuye a la producción, y el productor de mi película es también el dueño de su periódico. Adiós.


Donnadista o cualquierista (del italiano qualunquista): persona que hace alarde de su insignificancia. Este estupendo neologismo apareció en Italia a raíz de la creación en 1944 de un partido a-político, el Fronte dell'Uomo Qualunque (Frente del Hombre Cualquiera). Nació el engendro desde una cierta prensa aficionada a la calumnia disfrazada de broma. Su ideario era sencillo: 1) abajo el comunismo; 2) abajo el gran capital; 3) acabemos con los juicios contra los responsables del fascismo; 4) defraudemos a la hacienda pública; 5) rechacemos todos los partidos políticos porque todos engañan al hombre corriente, al hombre apolítico, al pobre hombre insignificante. El partido tuvo algunos éxitos en aquellos primero años de la posguerra italiana. Luego quedó asimilado a los partidos monárquicos y neofascistas y desapareció. ¿O no?
La película (este genial corte de La ricotta, de Pasolini) dice mucho más de lo que parece. Pasolini SABÍA. Parece que se ríe, pero no se ríe. Orson nos dice que Pier Paolo nos acusa porque somos responsables de que él sea (Pier Paolo) esa monstruosa fuerza del pasado. Y Orson también nos dice que Pier Paolo piensa que Federico baila (¿pasa de todo, como los bailarines de La ricotta?). La cosa no tiene ninguna gracia porque Pier Paolo fue exterminado y porque ese insignificante y
peligroso donnadie es el que controla el cotarro. En Italia y en todas partes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario